martes, 29 de septiembre de 2015
Enfoques de la Educación Sexual
En primera instancia vamos a leer cuales son los enfoques de la educación sexual
y sus postulados
Enfoques sobre la educación Sexual
Hay
distintas maneras de categorizar los enfoques de la educación sexual (Morgade
et al., 2011). Cada enfoque plantea una idea sobre la sexualidad, propone una
visión distinta sobre cómo entender el proceso de enseñanza y aprendizaje, y se
sostiene en una determinada mirada sobre el rol de las personas involucradas:
docentes, estudiantes e incluso familias. Es importante no perder de vista que
estos enfoques son modelos teóricos que se elaboraron a partir del análisis de
distintas situaciones pedagógicas, y que en la práctica suelen superponerse
entre sí en una misma escuela o incluso en un/a mismo/a docente. Tengamos en
cuenta que no son todos lo mismo, y que estamos presentando primero los
enfoques que más se alejan o se oponen a la propuesta de la ESI, y luego los
que tienen más elementos en común con ella. El criterio que los aleja o los
acerca a la ESI tiene que ver con distintas dimensiones, pero la que nos
interesa remarcar ahora es: si el enfoque le da valor a la experiencia de
los/as niños, niñas y adolescentes, y a la de los/as docentes (lo que
equivale a decir si los/as considera como sujetos de derecho y de aprendizaje y
enseñanza, respectivamente); si es respetuoso/a de la diversidad; si
problematiza las relaciones y los vínculos considerándolos también cómo
relaciones de poder (es decir, que pueden generar desigualdades y discriminaciones);
si valoran dimensiones como la afectividad y la experiencia corporal, y, por lo
tanto, hablan de algo más que de prevención o de enfermedades. A continuación,
veamos de qué se tratan:
A. Enfoques tradicionales/opuestos al enfoque
de la ESI
A.1 Enfoque
moralista
El enfoque educativo tradicional-moralista,
supone que la sexualidad se reduce al coito heterosexual; y se centra en “lo
que debe ser” y “lo que no debe ser”, “lo que está bien” y “lo que está mal”,
de acuerdo con prescripciones morales ya definidas y consideradas universales.
Su supuesto pedagógico es que se debe intervenir sobre la razón y la moral de
los/as niños/as y jóvenes, que debe ser conducida porque se la considera
carente y desorientada, o abrumada por los sentimientos y las “hormonas”. Se
les “muestra” lo que es correcto, para que lo realicen, lo imiten y hagan. Es
una pedagogía mecanicista: enseñar el ejemplo, aprenderlo y llevarlo a
la práctica. La abstinencia, en este enfoque, es enseñada como modelo a ser
seguido, escondiendo el concepto de sexualidad sobre el que descansa: la
sexualidad como genitalidad, ya que sobre ella descansa su mayor preocupación.
Considera que “lo que debe ser” se expresaría en un “orden natural” que es
pensado como algo opuesto y/o superior a la vida social, y por eso se termina
hablando de “anormales” o “no natural”, conceptos que se aplican desde
este enfoque a algunas personas y a algunas prácticas. Por ejemplo, la idea de
que la homosexualidad corrompe el orden natural, o que la masturbación (el
“onanismo” como se lo denominaba) constituye una aberración, estuvieron o están
muy presentes en espacios familiares y escolares.
Esta
perspectiva moralista se ha plasmado de diversas maneras en nuestra escuela: en
materias/disciplinas religiosas o en otras vinculadas a la “Moral” y “Ética”
aunque debemos decir que la permanencia de esta concepción de la sexualidad se
ha dado en lo más cotidiano de la vida escolar: actos, discursos, diálogos
entre docentes y estudiantes de diversas disciplinas, así como en las
respuestas que docentes y directivos damos frente a emergentes, o en función de
la “prevención” de lo que se construye como “problemas juveniles”. Si pensamos
la vida cotidiana de la escuela desde esta perspectiva, veremos que no
contempla espacios para escuchar realidades diversas, para abrir el diálogo
genuino y para promover la diferencia y la igualdad de oportunidades para todos
y todas. Pensemos (o recordemos de nuestra experiencia escolar, de nuestros/as
compañeros/as) cómo se siente un niño, niña o adolescente cuando se le dice que
lo que siente o experimenta, es antinatural, es anormal o es incorrecto... Como
veremos, es un enfoque muy distinto al que propone la ESI.
A.2 Enfoques biomédicos
Otro enfoque, que ha estado o está presente en
nuestras escuelas, es el médico-biologicista: su principal supuesto pasa
por entender la sexualidad sólo desde el punto de vista reproductivo.
Diferenciamos aquí el modelo biologicista, presente en muchos programas
de educación en la sexualidad, cuyo énfasis es el estudio de la anatomía de la reproducción.
La sexualidad termina siendo así genitalidad. En este esquema donde los
genitales se explican solamente desde su función de complemento en la
reproducción, quedan por fuera de la definición de “sexualidad” una
multiplicidad de elementos o prácticas vinculados con el disfrute del cuerpo.
Por ejemplo, en las láminas del llamado “aparato reproductor femenino” suele
estar omitido el clítoris ya que no tiene una vinculación necesaria con la
reproducción; o bien, la presentación complementaria de los aparatos femenino y
masculino está dirigida a representar al encuentro heterosexual como el único
válido. Suelen trabajarse estos contenidos desde la asignatura de Ciencias
Naturales en primaria y de Biología en secundaria. Las emociones, el deseo y
los vínculos - entre otros aspectos – no aparecen como relevantes desde este
enfoque. En la práctica, este modelo biologicista se complementa con una perspectiva
“médica”, conformándose entre ambos, un enfoque biomédico,
que adquiere una gran presencia en los programas educativos a partir de la
pandemia del HIV-SIDA y/o de la creciente visibilización en las escuelas del
embarazo en la adolescencia. Este modelo pone en foco en los “efectos” no
deseados de la sexualidad, en las amenazas de las enfermedades que
pueden contraerse debido a un incorrecto cuidado en las relaciones genitales.
Mientras que el enfoque biologicista hace hincapié en la anatomía de la
reproducción, este modelo pone el énfasis en las “amenazas” y “riesgos” que se
corren por perseguir una vida sexual y genital placentera.
Una escena que representa este modelo es la que muestra a
adolescentes en un aula que son obligados/as a ver fotos de pacientes con una
sífilis avanzada y sin tratar, causando impresión, un poco de pánico también, o
risas, que no suelen ser problematizadas. El objetivo es mostrar el peligro
para que los/as adolescentes “reaccionen” y “no caigan en eso”.
A su vez la palabra del médico/a,
enfermero/a, psicólogo/a, en talleres o charlas especiales, aparece como la
única autorizada para hablar de los temas vinculados con la sexualidad. Los
alumnos y las alumnas aparecen como la “población cautiva” a la que se le
indican y ordenan medidas sobre cómo evitar enfermarse, sobrevalorando el saber
médico sobre otras dimensiones sociales, afectivas, culturales y éticas. Este
enfoque, tan común en las escuelas, es poco adecuado porque entre otras cosas,
el saber de los/las docentes se ve desvalorizado frente al saber médico, a la
vez que se des-responsabiliza a la escuela de su tarea educadora.
Este modelo se opone al postulado de que
los/as niños/as y adolescentes son ciudadanos en la escuela, mucho más que un
grupo al que se le “enseña” lo que hay que hacer para cuidarse, o se lo asusta
a través de una pedagogía del miedo y el impacto. Así, la sexualidad es algo
que hay que prevenir. Si la sexualidad sólotiene que ver
con los riesgos, no hay lugar –desde este enfoque- para vincular la
educación y la sexualidad con las emociones, el disfrute, la experiencia
corporal más allá de la enfermedad, los “efectos” deseados o deseables que una
sexualidad rica y sana podría aportar al proceso de subjetivación humana.
Vale mencionar que durante muchas
décadas en la Argentina, el vacío normativo habilitó a las escuelas a recurrir
al mercado para validar el conocimiento sobre “la sexualidad”, como es el caso
de empresas de productos de salud y belleza corporal, que traían sus propios
especialistas para hablar del desarrollo y de la anticoncepción. Al final del
encuentro se solían obsequiar productos de higiene menstrual a las mujeres,
principales destinatarias de lo que podemos llamar una astuta campaña
publicitaria. La sexualidad aparece así ligada a la menstruación y al ciclo
reproductivo, desde una concepción higienista.
B. Enfoques que se aproximan a la propuesta
de la ESI
B.1 La sexología
Hay un enfoque
que hoy tiene bastante visibilidad, sobre todo a partir de la presencia de
algunos/as profesionales en los medios de comunicación, vinculado con el modelo
de la sexología, que enfatiza la necesidad de promover la enseñanza de “buenas
prácticas” sexuales, prevenir disfunciones, problematizar creencias y
propiciar la exploración de modos personales o compartidos de conocer y
disfrutar de la sexualidad. Este enfoque concibe a la sexualidad como una construcción
que está presente durante toda la vida y tiene que ver con cómo percibimos
nuestro cuerpo sexuado, qué nos sucede en las relaciones sexuales, etc. Es una
propuesta que se acerca al enfoque de la ESI cuando le da importancia a la subjetividad,
al disfrute, pero se aleja de la ESI porque su modo de ver la sexualidad es más
bien individual. Las dimensiones colectivas y sociales como: qué lugar ocupamos
en la sociedad, cómo fueron construidos socialmente los sentimientos y las
imágenes sobre masculinidad y feminidad, qué procesos de demanda de derechos
eso genera, etc., no son abordados. Es un modelo vinculado más a la consulta y
la terapia individual, entre sexólogo/a o experto/a y el caso particular, que
al trabajo pedagógico en la escuela.
B.2 Enfoque judicializante
Una cuarta
tradición que se hace presente en las escuelas y que pone el énfasis en
cuestiones vinculares y éticas, es aquella que encara la educación en la
sexualidad desde los sistemas judiciales, que enfatizan las situaciones de
vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes, tales como abusos
sexuales, violación, violencia, maltrato, discriminación, etc., que numeroso/as
niños/as y jóvenes atraviesan durante su infancia y adolescencia. Es un enfoque
que regula la sexualidad desde el derecho, para garantizar el respeto a lo más
íntimo y personal de los niños, niñas y adolescentes, generando mecanismos para
protegerlos/as y al mismo tiempo, valorarlos como sujetos. Desde este punto de
vista, se propone la inclusión de una sólida formación en derechos humanos,
la valoración de este enfoque por parte de todos los actores escolares, y la
enseñanza de habilidades relacionadas con el auto cuidado y con la posibilidad
de identificar acciones abusivas por parte de los/as adultos/as en el ámbito
familiar e institucional.
Es un gran
avance que en las aulas comiencen a escucharse voces que conciben a los/as
estudiantes como sujetos de derecho, y que por ende traten de
sensibilizarlos/as sobre las injusticias, así como promover la garantía de sus
derechos. Para ello es fundamental, por ejemplo, que las escuelas establezcan
algún tipo de recorrido institucional e interinstitucional (un protocolo) para
la actuación frente a situaciones graves de vulneración de derechos, para lo
cual es clave la formación docente y la información acerca de cómo proceder y
con qué otras instituciones o servicios especializados contar. En algunas
instituciones se elaboran listados de recursos “amigables”, centros de salud
barriales, líneas de teléfono gubernamentales, u organismos que puedan actuar frentes
a situaciones de abuso o violencias.
Pero las leyes y los derechos legislados deben
ser abordados en el marco más amplio de la ESI, que no se agota en la mera
enseñanza de las normas sobre protección frente a ciertos peligros, y que
pueden reforzar la judicialización de los vínculos cotidianos y además el temor
a una sexualidad concebida como amenazante. No ha de ser por este costado por
donde se comience a plantear la educación sexual si estamos trabajando con una
concepción amplia e integral de la sexualidad. Estar informado es un paso clave
y necesario de toda educación sexual Estas leyes y programas son un enorme
aporte en el avance hacia la justicia. Pero la ciudadanía se genera a partir de
relaciones de reconocimiento, de participación sobre los problemas comunes y no
sólo enseñando un listado de derechos.
B.3 Enfoque de género
Por último, el
denominado enfoque de género sin duda es uno de los que más aportes ha
brindado a la construcción de un abordaje integral de la educación sexual.
Constituye una propuesta inspirada en las demandas de los organismos de
derechos humanos y los movimientos de mujeres y de disidencia sexual (llamadas
LGTTBIQ: lesbianas, gays, travesti, transexual, bisexuales, intersexual y
queer). Este enfoque busca develar la trama de relaciones sociales en las que
se encuentran inmersos los cuerpos humanos, y visibilizar que el uso, disfrute
y cuidado del mismo (las prácticas en las que los comprometemos) está
fuertemente condicionadas por el sector socio-económico y educativo de
pertenencia, las costumbres y valores del grupo social que la integran, y
particularmente por las relaciones de género.
Este enfoque le
presta especial atención al trabajo que podemos realizar en la escuela para
desnaturalizar lo que hacemos cotidianamente, particularmente aquellas acciones
que promueven las inequidades y la vulneración de derechos. Reconocer las
diferencias (y nombrarlas) es el paso necesario para darnos cuenta de si esas
diferencias (de género) no terminan promoviendo relaciones desiguales entre
varones y mujeres. Por ejemplo, cuando decimos que las niñas deben realizar
juegos “suaves”, con poco contacto físico, porque son “delicadas”, mientras los
varones no deberían participar de ellos, porque son más bien brutos y que eso
es “natural”, estamos reproduciendo un orden de género injusto y desigual. El
enfoque de género nos permite visibilizar esa situación como discriminación,
porque las chicas que juegan a “juegos de varones” (naturalizando que existen
juegos diferentes para cada género) tienen el derecho de jugar, de compartir y
divertirse, al igual que los varones... Otros ejemplos: cuando enseñamos
asignaturas como historia y naturalizamos la omisión sistemática de mujeres en
la ciencia, la cultura y la política. O cuando retamos a una alumna adolescente
por “dejarse manosear” por sus compañeros, depositando la culpa en ella y no en
nuestros alumnos que ejercen ese abuso.
El enfoque de género constituye una lente crítica
para ver y analizar desde una mirada histórico cultural las relaciones
sociales, para analizar y criticar prejuicios y estereotipos en relación con lo
considerado exclusivamente masculino o exclusivamente femenino. Por eso se
acerca a la ESI, porque pedagógicamente considera y valora la experiencia de
cada uno y cada una, su capacidad de construir conocimiento crítico, y pone en
relación esa experiencia particular con la sociedad.
Sexualidad. Una mirada desde las prácticas educativas y los enfoques de la Educación sexual.
Buen día, en estas clases vamos a analizas la perspectiva de género en el ejercicio de la docencia, los enfoques de la Educación sexual y sus postulados y la mirada critica de un docente con identidad de género distinta a su identidad sexual.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
martes, 15 de septiembre de 2015
domingo, 13 de septiembre de 2015
lunes, 31 de agosto de 2015
PRESENTACIÓN
ESTA DESTINADO A TRABAJAR CON LOS ALUMN@S DEL 4TO AÑO DE LA CARRERA DE BIOLOGÍA EN EL MARCO DE LA CÁTEDRA "ARTICULACIÓN TEORÍA PRACTICA".
El presente blog se ira actualizando semanalmente.
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